23 julio, 2005

Xafogor

Barcelona no es Barcelona en verano, digan lo que digan otra ciudad transparente se apodera de la ciudad nerviosa y la transforma.
Sólo los turistas, rojos o granates, parecen intuir la ciudad que hay debajo. Sus caras no parecen asombrarse de que el autobús tarde, de que las tiendas estén cerradas, de que todo ande en obras ni del sudor que empaña a los indígenas.
Miro esa tela de calor húmedo que envuelve mi ciudad y retrocedo, busco el aire acondicionado con los cinco sentidos y el sexto me induce a no abandonarlo. Espero con ansia los últimos días del verano, primero con sus lluvias nocturnas y después con las lluvias torrenciales; aunque pienso también, con la conciencia en la mano, que he de aprovechar las vacaciones en vez de esperar que vuelva en otoño la Arcadia.

No hay comentarios: