23 julio, 2005

Xafogor

Barcelona no es Barcelona en verano, digan lo que digan otra ciudad transparente se apodera de la ciudad nerviosa y la transforma.
Sólo los turistas, rojos o granates, parecen intuir la ciudad que hay debajo. Sus caras no parecen asombrarse de que el autobús tarde, de que las tiendas estén cerradas, de que todo ande en obras ni del sudor que empaña a los indígenas.
Miro esa tela de calor húmedo que envuelve mi ciudad y retrocedo, busco el aire acondicionado con los cinco sentidos y el sexto me induce a no abandonarlo. Espero con ansia los últimos días del verano, primero con sus lluvias nocturnas y después con las lluvias torrenciales; aunque pienso también, con la conciencia en la mano, que he de aprovechar las vacaciones en vez de esperar que vuelva en otoño la Arcadia.

16 julio, 2005

Plaça Maragall


Hasta hace un año no la conocía y siempre la he visto en obras. Es una plaza discreta pero pizpireta, el parking la hará parecerse a una ciudad de juguete. Cuando esté acabada intentaré ponerme en el centro y contar las casas de estilo colonial que se ven desde allí, girando poco a poco como si fuera un reloj.
Se podrían rodar películas de época en una calle y en la siguente y a plena luz del día podríamos estar en cualquier ciudad del mundo actual.
Me recuerda a mis juguetes de niña, cuando paso imagino atracciones de feria en las que todo gira, un parking al que se accede por una espiral de colores, un scaletrix rodeando a la plaza y hormigas y escarabajos a los que observar.
Me gusta el cartel de El racó de l'Alquimil.la, un día comí allí pero había mucha gente y la comida tenía más diseño que sabor. Me gusta que el rincón esté al lado de una tienda de maquinaria para coches, que la calle tenga baches imposibles, que la parada del bus se mueva tanto, que en el colmado de en frente nunca haya nadie en la caja. Me gusta viajar así en el tiempo. ¿Qué le vamos a hacer?

13 julio, 2005

Parc de Joan Miró

Yo estudié el bachillerato en el Emperador Carles, cerca del parque. En ese tiempo era un descampado donde la gente iba a pasear al perro con desniveles de tierra que había que saltar. El último mes he estado allí al lado de opositora y he paseado un poco por él.
Entre cómo fue y cómo es hay un cambio. No me sentía cómoda. Siempre creí que el sentimiento interior se traspasa al paisaje, y no me sentía bien con las oposiciones. Al final me quedé en puertas. La 17 en un tribunal que sólo podía dar 15 plazas. Me dio rabia por no pasar y porque al hablar con un miembro del tribunal me di cuenta de que la convocatoria es algo anecdótico y que al final la potestad del tribunal es lo que decide.
Nunca quise ser profesora, ahora me gusta mi trabajo y lo hago bien, pero podría hacer mil cosas más y hacerlas igual de bien. Mi 17 sin plaza no respondía a un esfuerzo de preparación, sólo llevaba un tema y no entró. Yo trabajo en escuelas de adultos y mi exposición "estuvo bien pero fue muy diferente" y se remitieron a mi primer examen en el que sólo saqué un 5. Se podían haber remitido a mi diez de méritos que hablan de mi vida más que un examen anacrónico, pero no fue así y me quedé sin ser funcionaria de francés, cosa que quizás tenga que ver como algo positivo ya que tal vez no me hubiera podido quedar en adultos.
Traspasé mi sentimiento al parque, que no acaba de ser él mismo porque los diferentes ayuntamientos le quitan o le añaden cosas, le cambiaron el nombre por Parc Joan Miró pero siempre será l'escortxador; continuamente está en obras, yo que lo he visto nacer y crecer sé que no le dejan ser como es, su esencia se perdió entre parkings y colectores. Es aún joven pero está cansado de ver cosas, como yo. Aunque, como decía san Jardiel Poncela, la juventud es una enfermedad que sólo se cura con el tiempo.