13 noviembre, 2005

La ciudad en obras

Nunca me gustó Madrid y uno de los motivos es porque siempre estaba en obras y, poco a poco, Barcelona se le va pareciendo.
En principio, lo que me gustaba de Barcelona es el mar y sí que es cierto que, cuando las olimpiadas, abrieron la ciudad al mar y, cuando el Fòrum de les cultures, la volvieron a abrir, pero la vida sigue estando por la zona del centro.
Y por todos lados todo son obras. Son para poner ascensores y accesos más cómodos al metro, que soy la primera que querré usar, pero las obras están abiertas con uno o dos trabajadores, a veces nadie. Quizás (y el quizás sobra) sería más humano poner a trabajar a seis o siete en una entrada y acabarla antes y luego pasar a otra, en vez de poner a un trabajador en cada entrada durante un año.
Creo que los que vivimos en Barcelona no necesitamos ver obras por todo lados para pensar que el ayuntamiento invierte en nosotros. Aún recuerdo cómo el barrizal que fue la plaza de España se convirtió de la noche a la mañana en una plaza cuando se casó la infanta. Echo de menos el reparto de arcas del ayuntamiento de cuando estaba Maragall de alcalde. El de Clos me recuerda a Madrid.