17 mayo, 2005

La lluvia

Llueve como en las canciones de Serrat, sin pausa, y el agua marca el paso de los días como hoy. Barcelona se colapsa, y la miras con la curiosidad de ver a una mujer tranquila en una situación límite: casi con vergüenza y esperando cualquier cosa.
Bajo la ciudad, entre los túneles de tren y metro, tenemos nuestras capas freáticas. Deben estar llenas porque el asfalto está, de nuevo, lleno de baches. Cuando ésta era una ciudad industrial, las fábricas tomaban el agua del subsuelo y se autoabastecían. Ahora todo son viviendas, tiendas y oficinas y el agua reposa a sus anchas hasta que llueve y las capas se mueven remolonas y en su bamboleo deslizan el asfalto y forman baches.
De tanto en tanto, las apisonadoras toman la ciudad y reasfaltan los baches, hoy la plaza de la estación de Sants era una piscina. Pronto será tiempo de asfalto.

1 comentario:

darío dijo...

aquí, en Buenos Aires hay un frío antártico... hoy, por allí, secretamente deseo que llueva... así, todo seguirá como un cumplido, como una ofensa, como un todo!!