Los que hemos nacido en Barcelona nos movemos por ella mecánicamente, hemos perdido un poco la capacidad de sorprendernos ante los detalles.
Ayer caminé durante seis horas por la ciudad, parándome en los bancos de las farolas, con mi amiga china que hacía teoría sobre cómo la ciudad es más limpia conforme se aleja del mar, y cómo entre los asientos modernistas del Passeig de Gràcia el más limpio es el de Aragó.
De caminar sola, nunca hubiera hecho ese recorrido pero Aina dice que yo no tengo rasgos orientales y no soy carne de cañón de
Yo creo que arreglamos el mundo, solucionamos nuestras vidas, programamos el universo para concluir que igual no tenemos lo que queremos pero que seguramente, sí lo que es mejor para nosotras.